miércoles, 16 de noviembre de 2011

DEJADECES

Según la RAE, dejar es lo que yo he hecho con este blog, más por pereza que por falta de clientela; es decir, “abandonar”. También, entre otros significados y usos como verbo auxiliar, equivale a “permitir”, “soltar”, “encomendar”, “ausentarse”… Esto era así cuando yo iba a la escuela, pero, en los últimos tiempos, hemos asistido, vía telediario –como Telefónica, ¿quién si no?–, a la ampliación del campo semántico de dejar. Quizás haya sido una derivación de uno de sus significados primigenios (“producir ganancia”) o quizás –por ésta me inclino– una ocurrencia, pero el caso es que un día sí y otro también los atentados, las catástrofes naturales y los accidentes dejan muertos. Nada tengo que objetar a que las palabras cambien sus significaciones o adquieran otras nuevas; eso lleva pasando desde siempre, es la vida misma de la lengua (la vida misma de la vida). Lo que me cabrea es el absolutismo mediático con el que la moda se ha extendido, hasta el punto de que dejar está condenando al ostracismo, en este contexto informativo, a los “vulgares” y ya tan vistos ocasionar, producir o causar. Como todo abuso, puede ser reducido al absurdo; por ejemplo, en la noticia según la cual, pongamos, el tsunami de Japón ha dejado equis mil muertos y equis mil desaparecidos, se ve razonable la tentación de preguntar ¿dónde?, sobre todo si se trata de éstos últimos, porque sus familiares lo agradecerían… Y, aparte, lo que a mí se me ocurre es que estos muertos son unos dejados, como yo con mi blog. Pero no volverá a pasar (me refiero a lo mío, claro). 


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