lunes, 2 de febrero de 2015

PRECISIÓN GERMÁNICA


A las nunca suficientemente ponderadas cualidades literarias de los redactores de noticias del portal Yahoo, añadimos aquí y ahora un grado de precisión matemática que dejaría en pañales al mismísimo Pitágoras. Para muestra, este botón:


Cuando se habla de cantidades, la exactitud es importante y hay que tomársela muy en serio. ¿Por qué dejar un casi dos que podría significar tanto 1,95 como 1,97 o 1,99? Lo verdaderamente profesional es apurar los decimales, y para ello nada mejor que un más de casi dos que ajusta, como poco, hasta la milésima de céntimo. Lo mejor de este hallazgo expresivo es que nos deja ilusionados ante la segura llegada de su opuesto y necesario casi más de dos, que –nunca se sabe– las autoridades podrían haber hecho mal la cuenta y la pasta sisada por la buena señora ser algo más (poquisísimo más, claro) de dos milloncejos del ala. 


jueves, 11 de diciembre de 2014

Y VOLVER A VOLVER A VOLVER...

Un día de 2012 me dije: «Todo está perdido». Me di cuenta de que no tenía flechas para tantas dianas. Otro día, dos años y pico después (soy de proceso lento), pensé para mí: «¿Y lo bien que me lo paso?». Así que, ni corto ni perezoso (bueno, un poco perezoso sí), me he liado la manta a la cabeza y, arco en ristre, vuelvo a volver… Sí, tal como antecede lo digo, en arte de imitatio, y en honor de cuantos en los medios masivos masivamente sueltan que el partido se vuelve a reanudar, o que tal o cual película se vuelve a reestrenar, o que cierta tendencia vuelve a renacer, o que el artista fulano vuelve a reinventarse… Con lo sencillito que es a veces nuestro idioma, que se reanuda, se reestrena, renace y se reinventa sin más, sin rodeos ni redundancias ni requeterrés reduplicados… ¿Pleonasmo dice usted, señora? Más a metáfora me suena… Metáfora de pobreza idiomática, de preparación escasa, de periodismo deslenguado. Pero por esto mismo hemos vuelto: para volver a volver y, si me apuran, a revolver.


miércoles, 15 de febrero de 2012

LOS SÁNCHECES…

Y, como quien dice, los Gómeces, los Péreces, los Gonzáleces… ¿Verdad que suenan como el culo? Y todo porque resulta que, en español, cuando hablamos de un linaje, un clan o una familia cuyo apellido termina en consonante –salvo alguna excepción que seguramente habrá para joderme–, éste no se pluraliza. Aunque tampoco me acaban de convencer, acaso los vocálicos Garcías, Mirandas o Condes aparecerían como correctos y presentables al oído; pero, desde luego, no los Martíneces, que serían los Martínez, tan singulares como lo son los Gómez, los Pérez y los González. En cambio, en el inglés sucede lo contrario: la denominación de origen familiar se escribe en plural; así the Kennedys, the Sopranos o the Tudors, por citar algunos ejemplos televisivos. De modo que está claro, ¿no?: español, singular; inglés, plural… Código binario, bastante sencillito… Entonces, ¿por qué en cantidad de medios –por supuesto, también en Antena 3–, se empeñan, tanto por oral como por escrito, tanto anal como vaginalmente, en esa especie de spanglish o gang bang idiomático que un día y al otro también nos presenta a Los Simpsons?... ¿Por qué?... ¿Por qué?... Coño, parezco Mourinho.

         

lunes, 30 de enero de 2012

LA PIEL CABITO

La sinalefa, de pornográficas reminiscencias, consiste en la pronunciación en una sola sílaba de la vocal final de una palabra y la vocal inicial de la siguiente, y es un recurso de la métrica por el que, básicamente, a los poetas les salen las cuentas en sus endecasílabos y demás n-sílabos. Se ha dicho “pronunciación” y no “eliminación”, que es lo que sucede en la elisión, donde, así a la brava, se suprime uno de los sonidos vocálicos. Ambas –sinalefa y elisión– se confunden a menudo, cuando la diferencia entre ellas es la que hay, pongamos por caso, entre un pura sangre y un percherón, o entre las angulas y el surimi. Para entendernos, tú a un colega le puedes decir: “Tron, mas matao”… Y te quedas tan ancho. Pero si eres un locutor del telediario, se supone que no puedes permitirte según qué paletadas. ¿Derecho a la sinalefa? Todo el del mundo, por supuesto; tampoco tiene uno que convertirse en David Picazo –corresponsal en París de TVE–, que se esfuerza tanto en separar las palabras que hace verdaderas acrobacias con la lengua dentro de la boca, como si fuera el Aberroncho. Pero no me parece ni medio elegante ni un cuarto de profesional que Almodóvar haya sido premiado por La piel cabito, o que sindicatos y empresarios sayan reunido, o que mande huevos lo de Iñácur Dangarín. Perdón, don Iñácur, que es duque.


jueves, 15 de diciembre de 2011

EL PRODIGIOSO HOMO ALPINUS

Los veo a 8000 metrazos, colgados de paredes de hielo a más (o menos, según se mire) de 30º bajo cero, zarandeados por la ventisca y cegados por la nieve, y me pregunto de qué pasta están hechos, cuál es el secreto que les permite desafiar a la gravedad y a la muerte y salir indemnes de retos que superan los límites de lo humano. Mi amigo Juandi, que sabe un rato de estos seres de las cumbres (tanto de los que suben como de los que van a buscarlos cuando no bajan), me pone en la pista: 


¡Acabáramos! ¡Así cualquiera!... Ardo en deseos de conocer a alguno de estos prodigios y estrecharle la mano. Seguro que resulta estremecedor.
 

miércoles, 14 de diciembre de 2011

IGNORANTES BRASILEÑOS

Es nuestro español un idioma de palabras llanas… Me refiero a las que lo son por su acentuación, es decir, a aquellas cuya sílaba tónica –sin ginebra, por favor– es la penúltima –y sigue pareciendo que estamos en un bar–: agua, soda, vino, caña…, las hay a patadas por toda la barra del diccionario. Y no sólo constituyen abrumadora mayoría, sino que, precisamente por eso, generan en los hablantes un impulsivo proceso de llanificación (o allanamiento, si se prefiere), sinónimo en lo mental a nuestro castizo “Ancha es Castilla” (que lo es por llana, claro). Fruto de esa pasión paroxítona, sacamos el rodillo y aplanamos lo que haga falta. Por ejemplo, la cresta de ese futbolista dizque prodigioso, ese mulato brasileño que responde al nombre de… Sí, venga, que está hasta en la sopa… Ni más ni menos que NéymarNéymar por aquí, Néymar por allá… Algún periodista marciano ha puesto el oído para escuchar cómo lo llaman sus paisanos, y ha tenido el atrevimiento de hacerlo igual que ellos: Neymar… ¿Cómo? Pero ¿quién le ha dado el carnet de prensa a semejante incauto agudista, a tamaño traidor oxítono?... Neymar, a quién se le ocurre… Ah, ¿que es así como se dice?... Pero ¿qué sabrán esos ignorantes brasileños de cómo suena bien un nombre?... Y, si no, que se lo pregunten a Ártur Mas (el general MasÁrtur de los catalanes)…


miércoles, 16 de noviembre de 2011

DEJADECES

Según la RAE, dejar es lo que yo he hecho con este blog, más por pereza que por falta de clientela; es decir, “abandonar”. También, entre otros significados y usos como verbo auxiliar, equivale a “permitir”, “soltar”, “encomendar”, “ausentarse”… Esto era así cuando yo iba a la escuela, pero, en los últimos tiempos, hemos asistido, vía telediario –como Telefónica, ¿quién si no?–, a la ampliación del campo semántico de dejar. Quizás haya sido una derivación de uno de sus significados primigenios (“producir ganancia”) o quizás –por ésta me inclino– una ocurrencia, pero el caso es que un día sí y otro también los atentados, las catástrofes naturales y los accidentes dejan muertos. Nada tengo que objetar a que las palabras cambien sus significaciones o adquieran otras nuevas; eso lleva pasando desde siempre, es la vida misma de la lengua (la vida misma de la vida). Lo que me cabrea es el absolutismo mediático con el que la moda se ha extendido, hasta el punto de que dejar está condenando al ostracismo, en este contexto informativo, a los “vulgares” y ya tan vistos ocasionar, producir o causar. Como todo abuso, puede ser reducido al absurdo; por ejemplo, en la noticia según la cual, pongamos, el tsunami de Japón ha dejado equis mil muertos y equis mil desaparecidos, se ve razonable la tentación de preguntar ¿dónde?, sobre todo si se trata de éstos últimos, porque sus familiares lo agradecerían… Y, aparte, lo que a mí se me ocurre es que estos muertos son unos dejados, como yo con mi blog. Pero no volverá a pasar (me refiero a lo mío, claro).