Un día de 2012 me dije: «Todo
está perdido». Me di cuenta de que no tenía flechas para tantas dianas. Otro
día, dos años y pico después (soy de proceso lento), pensé para mí: «¿Y lo bien
que me lo paso?». Así que, ni corto ni perezoso (bueno, un poco perezoso sí),
me he liado la manta a la cabeza y, arco en ristre, vuelvo a volver… Sí, tal
como antecede lo digo, en arte de imitatio,
y en honor de cuantos en los medios masivos masivamente sueltan que el partido se vuelve a reanudar, o que tal o cual
película se vuelve a reestrenar, o
que cierta tendencia vuelve a renacer,
o que el artista fulano vuelve a
reinventarse… Con lo sencillito que es a veces nuestro idioma, que se
reanuda, se reestrena, renace y se reinventa sin más, sin rodeos ni redundancias
ni requeterrés reduplicados… ¿Pleonasmo dice usted, señora? Más a metáfora me
suena… Metáfora de pobreza idiomática, de preparación escasa, de periodismo
deslenguado. Pero por esto mismo hemos vuelto: para volver a volver y, si me
apuran, a revolver.